¿Definirte te da libertad o te la quita?
Hablemos de las palaras que utilizas o utilizan para referirse a ti, ¿mejoran tu vida o la complican?
Estefanía Mbá
¿Definirte te da libertad?
Soy una chica complicada, soy desordenada, soy buena persona, soy perezosa o soy muy capaz, solo son algunas de las tantas palabras que podemos escoger para describirnos.
Si bien en el episodio anterior hablamos de la importancia de relacionarnos bien con nosotras mismas, en este episodio vamos a tocar un tema similar y se trata de cómo nos afectan las etiquetas que hacemos nuestras, o dicho de otra forma, cómo nos afecta la manera en la que nos definimos.
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Yo creo que muchas veces cuando nos describimos utilizando ciertas palabras o ciertas etiquetas, a veces no nos damos cuenta del efecto que tienen en nosotras. Ya sea de forma consciente o inconsciente.
Asumir una etiqueta puede tener un efecto tanto positivo como negativo. Por ejemplo: repetirte que eres una persona desordenada te puede poner alerta sobre el hecho de que necesitas trabajar más el orden.
Pero por otro lado, puede hacer que encarnes esa cualidad y asumas que como eres desordenada, no hay nada que hacer con eso, tú eres así y eso siempre será así. Puede quitarte la opción de mejora.
No sé cuáles son las etiquetas que usas en tu vida, pero me atrevería a decir que de una forma u otra te están afectando, para bien o para mal.
Hay algo que me parece muy curioso y es que no conozco a personas que se repitan que tienen mala suerte en algo y cuya vida sea un ejemplo de buena fortuna en ese sentido, es como si de alguna forma todas las desgracias buscaran su compañía en ese aspecto.
¿Sabes que más he notado? Que a los seres humanos nos gusta tener razón. Y como nos gusta tener razón, cuando te repites que eres una chica con mala suerte, ¿qué crees que va a pasar? Intentarás demostrarte y demostrar a los demás de que es así. Puede que empieces a actuar de esta forma sin darte cuenta.
Puede que tú misma empieces a causar tu mala suerte, incluso en circunstancias que parecía que tenías todo a tu favor.
Casi nadie es infalible en cuanto a este tipo de cosas, pero la idea es que podamos trabajar en las cuestiones que vamos notando que no nos ayudan a ser quienes queremos ser.
Por poner un ejemplo, personalmente, hay una palabra con la que evito asociarme, al menos desde que soy más reflexiva sobre este tema y esa palabra es sacrificio.
Muchas hemos crecido escuchando que no se podía tener todo y que para tener algo que valga debes hacer sacrificios.
Aunque es cierto que hay cosas por las que tenemos que esforzarnos un poco más, grabar en tu cabeza que la única manera de conseguir cosas buenas es a través del sacrificio, a menudo, te pone en situaciones en la vida donde te ves sufriendo y luchando por prácticamente todo.
Incluso por las cosas que no deberían ser tan difíciles, incluso cuando las cosas no deberían ser tan complicadas.
Y ya que estamos, la aversión que me genera la palabra sacrificio es la misma que me produce la palabra luchadora.
Socialmente abanderamos y llevamos la palabra “luchadora" con tanto orgullo que, sin darte cuenta, tu vida acaba siendo como una guerra eterna. No sales de una situación complicada y ya estás metida en otra. Si te has declarado luchadora, ¿por qué no ibas a estar de batalla en batalla?
El sacrificio y la lucha están muy romantizados, y aunque sea con las mejores intenciones, no me apetece identificarme como luchadora, ni quiero vivir sacrificándome.
Y en este punto te hago la pregunta más importante del día: ¿Las palabras que utilizas para definirte están mejorando tu vida o la están arruinando?
No sólo las palabras que utilizamos para referirnos a nosotras mismas pueden ser peligrosas, sino las palabras que permitimos que los demás utilicen para referirse a nosotras.
Hay palabras que nuestros familiares, amigos o conocidos pueden usar para referirse a nosotras, y esas palabras pueden tener una connotación negativa.
Y aunque estas personas pueden utilizarlas como una forma de broma, hay que tener cuidado con cómo nos pueden afectar. Y esto es especialmente importante en niños y niñas, porque sus cerebros no entienden muchas cosas y suelen asumir que esos atributos son ciertos.
Por otra parte, aunque hay palabras cuya connotación negativa es más notable y de por sí las podemos ver como problemáticas, hay otras palabras, etiquetas y descripciones que literalmente son inofensivas, pero tienen el mismo potencial de hacer daño.
Un ejemplo: la niña que crece escuchando que es una niña buena y acaba haciendo tan suya esa etiqueta que desarrolla una necesidad excesiva de ser complaciente o desarrolla una actitud de indefensión.
Todo para seguir siendo buena, porque como ser una buena chica es algo maravilloso, tengo que comportarme como los demás quieren para que no me consideren mala. O no me defiendo cuando tengo que hacerlo, porque entonces los demás se enfadarán y ya no me verán igual.
Como puedes ver, las palabras que utilizamos para definirnos. Las palabras con las que nos casamos las tenemos que elegir bien y tenemos que ser conscientes del efecto que pueden estar teniendo en nosotras.
Aunque no podemos controlar cómo todo el mundo se refiere a nosotras, en los casos en que sí es posible, es importante poner límites para que no te pongan atributos que no deseas.
Sobre todo, ten en cuenta que siempre hay posibilidad de mejorar y crecer. Y como todo en la vida, una palabra que te ha sido útil en cierto momento de tu vida, no tiene por qué serlo para siempre.
Puedes ir asumiendo nuevas etiquetas en función de los aspectos que quieras trabajar en ti. ¿Cómo quieres ser realmente y cómo quieres que te vean los demás?
Este episodio casi ha llegado a su fin y me gustaría invitarte a abrazar las palabras que te llevarán a ser la mujer que quieres ser.
Gracias por compartir este momento conmigo.
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Si lo aceptas, te mando un abrazo digital. Hasta el siguiente episodio/tema.